martes, 25 de mayo de 2010

Media...

De la H a la A...

martes, 18 de mayo de 2010

A caballito...

Manos que duelen. Sí, hay manos que duelen... y dedos que echan de menos.

Se encuentra subida en una perspectiva demasiado alta, demasiado cargada de demasiados, en una carretera desconocida pero que le suena de algo, en un horizonte cercano y lejano a la vez que la permite oler las nubes... pero a distancia.

Siente presión en los oídos. Siempre le gustaron las alturas, quizá por aquello de sentir, aunque fuese, una pizca de miedo, de adrenalina. Y sin embargo ahora el suelo está tan lejos que le da miedo la posibilidad de no querer aterrizar. Ya voló una vez, a ras del suelo, pero voló. Y unas manos traidoras, que después resultaron ser suyas, la empujaron hacia abajo.
No quiere repetir. No quiere. No, no quería... En pasado.

Permanece quieta. Varios pájaros extienden las alas sobre su cabeza y ella cierra los ojos. Suspira. Siente más que nunca cómo el aire le roza las mejillas y le despeina el pelo. Sonríe. Son recuerdos en forma de brisa...

Cuando vuelve a abrir los ojos ya es de noche y alguna que otra estrella alumbra el cielo casi negro. Las mira fijamente. ¿Cuántas de ellas están dispuestas a brillar por una única ilusión? ¿No tienen miedo de apagarse? Quizá tienen miedo de no brillar... y por eso lo dan todo y ellas mismas se hacen únicas y preciosas... y también especiales.
Habrá millones de miradas... pero sólo una otorgará esperanza a cada rayo de luz permitiéndole extenderse, nacer, sentirse, ser.

Ya debe marcharse. No es que sea tarde (le agobia la idea de pensar en el nunca que se encierra en esa frase...) pero tampoco es pronto, así que coge su mochila y se va. Le pesa, lleva demasiadas ilusiones y esperanzas en ella, sabía que debía haber dejado alguna en casa, pero no pudo resistirse...

Emprende el camino decidida y torpe, como es ella.

Guarda en sus ojos el brillo de las estrellas y en su pelo la caricia del viento que le hizo saborear el silencio. No tiene nada útil materialmente en la mochila, pero sabe que llegará a casa... Mejor dicho, lo intuye. Y la intuición simboliza que aunque haga frío, podrá arroparse... Sólo pide una y otra vez que, por favor, no llueva...


Y así sus pequeños pasitos van sonando con un compás que solo ella y quizá la noche pueden escuchar...













domingo, 9 de mayo de 2010

sábado, 1 de mayo de 2010

...


Cuánta decepción.

Cuánta envidia.

Qué poca humanidad.

Qué poco corazón.


Unos tanto y otros tan poco.

Que en cada casa se cuecen habas y hay en algunas que incluso se hierven... y lo destrozan todo, incluso la pesrpectiva de poder querer.

Me quedaba un rinconcito. Uno pequeño, muy pequeño. Pero ya lo han derribado, por entero.

Ahora sólo hay polvo, que es lo que queda cuando no hay más que representar que mierda.

Sí, así de duro.

Que ni tú, ni tú, ni tú, ni tú... Que os coma la envidia. Para mí ya sólo quedáis en fotos, y ni siquiera las veo.